Alfonso de Aragón, hijo
natural del rey Fernando el Católico y de Aldonza Iborre,
había nacido en Cervera (Barcelona) en 1470.
A los 7 años recibió
el título de arzobispo de Zaragoza. En 1482 fue nombrado
lugarteniente del Reino y poco después canciller de Aragón,
y virrey de Aragón Valencia y Cataluña.
Ordenado sacerdote el 7 de noviembre de 1501, no celebró
más misas que la del día de su ordenación sacerdotal,
recibiendo la consagración episcopal al día siguiente
de manos del obispo de Calahorra, Juan Ortega (1499-1503).
Tomó posesión
de la diócesis de Valencia por medio de su procurador, Gil
Español, el día 4 de abril de 1512, previa autorización
concedida ante el notario Gaspar Barrachina en Zaragoza, en fecha
del 25 de marzo de dicho año.
Residió normalmente
en Zaragoza y no visitó nunca la diócesis de Valencia : durante los años de
su pontificado vivió en Valencia el obispo de Segorbe, Gilberto
Martí (1510-1530), que intervino en los acontecimientos más
importantes de la Ciudad y del Reino de Valencia.
A pesar de que se comportó
más como príncipe secular que de la Iglesia, cumplió
correctamente con sus obligaciones de administrador eclesiástico;
a este fin, convocó un Concilio Provincial que se celebró
en junio de 1517. Aunque estuvo ausente, asistieron el Obispo Auxiliar,
cabildo y clero. En el Concilio se trató principalmente de
la décima, tasa decretada por el papa León X para
predicar la Cruzada contra los turcos.
También se preocupó
el Arzobispo de que se construyese el Hospital General en el mismo
lugar en que se encontraba el hospital de locos que, en 1410, fundó
el padre Joan Gilabert Jofré.
En 1517 llegó a España,
desde Flandes, el rey Carlos I. El comportamiento que en un principio
adoptó motivó en Castilla el levantamiento de los
Comuneros y en Valencia el de las Germanías (1519-1523),
que tuvieron lugar cuando acababa el pontificado de Alfonso de Aragón.
Los artesanos se rebelaron contra la nobleza, degenerando pronto
en un tumulto revolucionario, lleno de desmanes y crímenes.
Los males se vieron acrecentados por la ausencia del Obispo Diocesano
que podría haber sido árbitro en aquella delicada
situación.
Regresando Alfonso de Aragón
de Barcelona, de donde era virrey, murió camino de Zaragoza,
el 23 de febrero de 1520. Fue sepultado en el monasterio de Santa
Engracia, para ser posteriormente trasladado a la capilla mayor
de la Catedral Cesaraugustana.