ALFONSO DE ARAGÓN
(1470-1520)


Alfonso de Aragón, hijo natural del rey Fernando el Católico y de Aldonza Iborre, había nacido en Cervera (Barcelona) en 1470.

A los 7 años recibió el título de arzobispo de Zaragoza. En 1482 fue nombrado lugarteniente del Reino y poco después canciller de Aragón, y virrey de Aragón Valencia y Cataluña.

Ordenado sacerdote el 7 de noviembre de 1501, no celebró más misas que la del día de su ordenación sacerdotal, recibiendo la consagración episcopal al día siguiente de manos del obispo de Calahorra, Juan Ortega (1499-1503).

Tomó posesión de la diócesis de Valencia por medio de su procurador, Gil Español, el día 4 de abril de 1512, previa autorización concedida ante el notario Gaspar Barrachina en Zaragoza, en fecha del 25 de marzo de dicho año.

Residió normalmente en Zaragoza y no visitó nunca la diócesis de Valencia : durante los años de su pontificado vivió en Valencia el obispo de Segorbe, Gilberto Martí (1510-1530), que intervino en los acontecimientos más importantes de la Ciudad y del Reino de Valencia.

A pesar de que se comportó más como príncipe secular que de la Iglesia, cumplió correctamente con sus obligaciones de administrador eclesiástico; a este fin, convocó un Concilio Provincial que se celebró en junio de 1517. Aunque estuvo ausente, asistieron el Obispo Auxiliar, cabildo y clero. En el Concilio se trató principalmente de la décima, tasa decretada por el papa León X para predicar la Cruzada contra los turcos.

También se preocupó el Arzobispo de que se construyese el Hospital General en el mismo lugar en que se encontraba el hospital de locos que, en 1410, fundó el padre Joan Gilabert Jofré.

En 1517 llegó a España, desde Flandes, el rey Carlos I. El comportamiento que en un principio adoptó motivó en Castilla el levantamiento de los Comuneros y en Valencia el de las Germanías (1519-1523), que tuvieron lugar cuando acababa el pontificado de Alfonso de Aragón. Los artesanos se rebelaron contra la nobleza, degenerando pronto en un tumulto revolucionario, lleno de desmanes y crímenes. Los males se vieron acrecentados por la ausencia del Obispo Diocesano que podría haber sido árbitro en aquella delicada situación.

Regresando Alfonso de Aragón de Barcelona, de donde era virrey, murió camino de Zaragoza, el 23 de febrero de 1520. Fue sepultado en el monasterio de Santa Engracia, para ser posteriormente trasladado a la capilla mayor de la Catedral Cesaraugustana.